jueves, abril 14, 2005

Pasado por agua

Mirás a tu alrededor y todo es gris.
Mitad de semana, de noche, llueve. El colectivo de adelante se quedó y éste no podría estar más lleno. Estás parado, porque claro ¿cómo no vas a estarlo si vos ibas en el de adelante?
Venías adentro de tu cabeza, como siempre, en tus cosas, y de repente te ponés al tanto de todo eso. Miraste alrededor tuyo y fue uno de esos momentos en los que no ves como siempre, sino que ves como con tacto, como sintiendo algo que hay atrás de las cosas que no se puede ver.
Observás toda la escena en su conjunto, como chupándole la esencia y sumergiendo tu cabeza en una pileta de entorno. Y sentís que esos cuerpos que están ahí son personas, pero que las personas no son cuerpos. Porque esos cuerpos que ven los ojos están mojados, y cansados, algunos doloridos, casi todos con olor a gente de colectivo, y son la forma que tienen de manifestarse las personas que llevan adentro, pero en realidad no son eso.
En el colectivo es especialmente notable esa cosa [de hecho no es la primera vez que te das cuenta]. Suponés que es porque la gente mira fijo a la nada. Es como que desenchufan el cuerpo, o por lo menos lo dejan en piloto automático, y se dedican a pensar. Pensás que son más ellos haciendo eso. Y entonces notás que un señor se rasca la nariz para asegurarse de que el cuerpo le sigue respondiendo. O por ahí es respuesta al cuerpo que pica porque quiere volver a ser protagonista.
Y pup, el señor te robó la escena general, y te obligó a concentrarte en las particularidades de nuevo, en los detalles grises que se combinan para crear el contexto. Ahora mismo, en las personas.
Y retomando la visión de antes, notás que están mojados y que dan una imagen de suciedad, de cansancio, de incomodidad, y de todo tipo de sensaciones en ese mismo tono. Una mujer es gorda, otra está arrugada, un tipín es feo, y otro está como apagado. Y seguro que ellos están al tanto de todo eso, probablemente el apagado sea el menos consciente, pero los otros seguro piensan mucho en su grisedad. Y no entendés por qué, porque ellos son personas adentro de cuerpos, y se creen cuerpos que crean personas.
Y eso los lleva a apagarse, como el otro tipito. Te preguntás qué habrá sido lo que lo apagó a ese.
Porque claro, el que no tengas ni un poquito de misticismo en tus ideas, no quita que reconozcas lo mágico de que existan las personas con sus personalidades y sus cabezas que pueden pensar. Y en realidad, toda esa cosa del alma en la que no creés, te parece una metáfora bastante imaginativa de algo que está ahí. La esencia de las personas. La sinapsis de las neuronas. El ser inmaterial que maneja sus cuerpos como por un joystick, ajeno a ese cúmulo de células con las que juega el tiempo dándoles una forma medio ideal para después deformarla hasta que no queda nada.
Te acordás de que era bastante lindo creer en eso, muy poético, fantasioso, o algo. Pero no lo extrañás tampoco, en realidad. Más bien te preguntás por qué la gente hace eso, de inventar cuentos, de preocuparse por arrugas, de no saberse dependientes de ese cuerpo, pero a la vez diferentes de él, separados, otra cosa.
Y en realidad es así con todo. Lo necesitás, lo querés, te gusta, lo disfrutás, te hace feliz, y te creés parte, unido e inseparable. Y estás convencido de que el chiste estaría en lograr disfrutarlo con toda y a la vez estar preparado para que se derrita, desapegado. Convencido pero bien que no te sale. O te sale, pero muy poquito. O creés que te sale pero muy poquito.
Todo es tan gris. Y pesado. La vida te pesa en los pulmones y te sentís uno más del contexto, fusionado con la humedad de la noche lluviosa, empalagoso y sin tener la menor idea de qué es lo que rellena tu vida.
Suerte que te pusiste los auriculares hace ya varios minutos, porque es lo único que puede masajear y quizás hasta deshacer el nudo en tu estómago. Brian Molko te canta "English Summer Rain" al oído y entre la sonrisa que te saca acordarte de esa vez que la escuchaste y que también llovía, y la alegría que siempre da empezar a mover ciertos pedacitos de tu cuerpo siguiendo el ritmo, te da la sensación de que ya no sos parte del paisaje gris. Y en realidad sí, sólo que de un gris algo más alegre. Porque seguís apegado a una arruga material, sólo que la tuya es aire vibrando en tus oídos de forma agradable, y lo único que te diferencia es que sos un poco más vivo y elegís en qué arruga fijarte según te convenga. Pero en definitiva, eso que te diferencia es lo que te hace lo mismo que todos. Pero bueno, ni que importara ¿no? Elegiste bien y ya.
Pensás en el hermoso [o eso dicen los que lo leyeron] libro que tenés en el bolso.
En que al final del camino te esperan un montón de comodidades que en contraste con esto se van a disfrutar tanto...
En tocar el piano, y por ahí jugar quake.
En que seguro no te vas a poder aguantar y antes de irte a dormir vas a tener que llamar a la tipita de la que estás enamorado para decirle un montón de cosas irrelevantísimas que al resto del mundo no podrían importarle menos, pero que ella cuando las escuche se va a reír, y cuando ella se ríe no existe resto del mundo, porque su risa es el mundo para vos.
Y pup otra vez, y no podés creer por donde anda tu cabeza. Estaba embarrada y ahora está volando. Y por ahí te vendría bien fumar solo algún día, ya que cuando lo hiciste volaste mucho, pero nunca tenés ganas solo. Ahora estás solo y estás volando, no es lo mismo, pero tu mente está igual de libre.
Y entonces empieza un nuevo tema reconocible, cambió la banda hace rato ya y ahora es la tipita de los Yeah Yeah Yeahs la que pone el fondo auditivo. Hay mucho más espacio en el colectivo, y sin que te dieras cuenta hace mucho que te sentaste. Realmente se siente como estar aterrizando. Es un muy lindo estado mental. Y por ahí se puede convertir en un lindo post para el blog también, pensás.