a volar
Una de las cosas más lindas del día que tomé LSD, fue el hecho de haber vivido la experiencia con Jackward y J-Ha!. No sólo porque son dos personas a las que quiero mucho, sino porque haber podido compartir con otras dos personas el estado mental que tenía en ese momento, como que revalidaba lo correcto que se sentía todo.
Y sí, es cierto, la aceptación de nuestros semejantes no significa nada más que eso: aceptación de nuestros semejantes. Y de ninguna manera implica un acercamiento a la verdad, como suele sentirse.
El mundo entero puede estar equivocado, y no por eso tendría razón.
Pero la verdad es que somos seres sociales, y siendo que ni siquiera podemos estar seguros de que la verdad absoluta exista, la aceptación quizás sea el sentimiento más feliz al que podamos aspirar.
[tenía muchas ganas de poner "noble", pero no, lamentablemente, "feliz" es el término correcto]
La cuestión es que en ese estado mental de pureza e inocencia que creo que alcanzamos y compartimos, uno de los tantos momentos memorables fue cuando estando en la orilla del laguito del jardín japonés, nos pusimos a hablar sobre que deberíamos poder cruzar el lago de un salto. Pero no un "deberíamos" de "estaría bueno", sino de "sería lo correcto".
Es un sentimiento difícil de explicar, pero así como un chico desnutrido que piensa que no es justo lo que sufre tiene toda la razón y es el mundo el que está equivocado y debería corregirse, en ese momento entendíamos que cualquier forma de impedimento insuperable o sentimiento de impotencia es injusto, y destruye nuestra libertad.
Y entonces me di cuenta de que entendiendo eso, recuperaba algo que había perdido hace mucho...
De chiquito yo soñaba con volar. Lo ansiaba con el corazón. Todos mis muñecos volaban, y mi muñeco preferido se destacaba de los demás porque nadie volaba tan rápida y ágilmente como él.
En ésa época, yo me sentía en muchos sentidos como me sentí ese día en el jardín japonés. Y sabía que no era justo no poder volar.
Aún así, y aunque mis costumbres de treparme a cuanto árbol o cosa alta hubiera dijeran lo contrario, yo tenía aceptado que no podía volar.
Pero no era una aceptación definitiva, sino simplemente una demostración de realismo que no hacía más que legitimar mi sueño: Yo sabía que en el presente no podía volar, pero algún día, de alguna forma, estaba convencido de que iba a poder...
Pasaron los años, y quizás me dejé adoctrinar demasiado en la escuela con respecto a la comprensión de la realidad a la que pertenezco, porque llegó el día en que acepté que las leyes físicas eran las que eran, y el sueño de volar se fue desvaneciendo de a poco, hasta que ya ni me acordaba de que alguna vez lo había tenido.
O eso creía.
Tengo que aceptarlo, soy terco. Soy tan terco que de una forma u otra, jamás acepto un no como respuesta a algo que quiero, y el sueño de volar no fue la excepción. Porque aunque me haya visto obligado a aceptar que volar físicamente es imposible para eludir las risas que tenía garantizadas de haber insistido, no lo abandoné, sino que lo hice mutar hacia nuevas formas de vuelo...
Y no, no hablo de drogas ¬¬
Porque ahora que lo pienso, más o menos por la misma época en que abandoné mi sueño de flotar en el aire con solo desearlo, fue cuando comencé a soñar con montones de otras cosas que no tienen posibilidades de hacerse realidad jamás.
Y se me hizo costumbre: cuanto más imposible es el reto, más me entusiasma. Cuánto más improbable el éxito, más tentador es intentarlo.
Sigo creyendo que puedo volar, aunque mi lógica me insista en que no.
Es así que cuando pienso que estoy alcanzando eso que deseo, me siento pleno y lleno de alegría. Y es entonces cuando me acuerdo de mi sueño de volar, porque ese sentimiento que me invade es el mismo que tenía cuando me despertaba en mi cama de madera después de haber tenido un sueño en el que cruzaba el aire a cientos de kilómetros por hora sobre una montaña verde y hermosa junto a un lago.
Esa felicidad que me llenaba inmediatamente después de haber disfrutado de un pequeño anticipo de lo que se sentiría hacer realidad mi sueño es la misma que siento hoy cuando por unos instantes mi entendimiento y razonabilidad se nublan y creo que mis nuevos sueños son posibles.
Y aunque la realidad se divierta golpeándome de las formas más dolorosas que encuentra, a lo sumo consigue moverme hacia nuevos sueños, por lo general más utópicos que los anteriores, y hacerme imaginar nuevas fantasías que nunca nunca voy a ver concretadas.
Ese es mi vuelo, y lo único que le da sentido a seguir vivo.
Sonríe, Dios te ama
En cualquier relación humana, sin excepción, existe un desbalance de interés entre las personas que la forman.
Algunas veces esa diferencia es tan mínima que pasa desapercibida, otras se hace notar, y otras llega a ser tan extrema que incluso puede tornar enfermizo el vínculo o hasta ser motivo del fin de la relación.
La verdad es que no tengo ni idea de "psicología formal" [como de casi cualquier otra cosa, claro] como para explicar cuándo es que una relación califica como enfermiza y cuándo no; pero tomando como ejemplos más comunes de esto que digo las relaciones de pareja [u otras de "atracción sexual" que no llegan a calificar para tal categoría] en las que uno de los participantes está obsesionado con el otro y lo necesita como el aire, mientras que para este segundo la existencia del primero le resulta casi irrelevante, dudo mucho que alguien me vaya a discutir que ése es un vínculo muy poco saludable ¿o no?
Otro ejemplo muy común que se me ocurre es el de hijos desesperados por satisfacer a sus padres, que se desviven por encajar dentro de lo que éstos esperan de ellos, y sufren, se sacrifican y hasta dejan de ser ellos mismos con tal de que mamá y papá les sonrían.
Pero oK, no es la idea hacer un muestrario de ejemplos, así que mejor sigamos adelante...
Estar consciente de que esto ocurre y prestar atención a cuál es el nivel de interés que quienes nos rodean tienen por nosotros y en qué medida correspondemos a ese interés es algo extremadamente útil, ya que sean cuales sean nuestras intenciones para con una relación determinada, ser capaz de medir el interés significa saber en qué medida esas intenciones tienen posibilidades de concretarse. Como dice la frase, el conocimiento es poder; y el poder nos da libertad ampliando nuestras posibilidades.
Incluso, dejando de lado lo moralmente cuestionable que pueda resultar, son muchas las personas que logran el éxito en diferentes aspectos de su vida mediante la manipulación consciente y voluntaria del nivel de interés que tienen en ellos las personas que pueden conducirlos a ése éxito.
Pero bueno, volvamos a los desbalances extremos de interés.
Algo muy curioso para observar, es que en general, cuando en una relación una de las dos personas repentinamente pierde interés en la otra, la reacción de ésta al nuevo escenario suele ser interesarse aún más por la primera.
Y digo curioso porque si bien es entendible que el cambio llame la atención del individuo que pretende “mantener viva" la relación y lo impulse a concentrarse en recuperar el balance de interés perdido, nada está más lejos de balancear una situación como agregar peso del lado menos liviano de la balanza.
Es así que comienzan muchos de los vínculos enfermizos que antes mencioné. Cuando el individuo que más interés tiene en la relación sube la apuesta y no logra otra cosa que asustar a quien ya tenía el interés por el piso cuando se encontró con que esa relación tan poco relevante en ese momento de su vida de repente le empieza a reclamar más inversión de energía y atención que nunca.
El final es obvio: todo explota. El desinteresado se va irritando cada vez más y más por la situación, mientras que el interesado pasa las noches sin dormir pensando en formas de llamarle la atención al otro [las cuales no conseguirán otra cosa que espantarlo aún más, claro está].
En lo personal, creo que por suerte no encajo mucho en ese esquema, y en general mi nivel de interés en una relación es directamente proporcional al de la otra persona.
Si el otro demuestra interés en mí, capta mi atención. Si me pone distancia, me provoca rechazo.
Pero bueno, como ya se está volviendo costumbre en mis posts, todo este tema desarrollado con el mayor esmero, lógica y dedicación que me es posible tener, no es más que una excusa para una conclusión final estúpida xD
Y es que hace poco, haciendo un pequeño repaso mental de mis últimos años, noté cierto paralelismo entre la pérdida de interés en la religión y la mejoría de mi vida en todos los frentes.
Mientras era un inocente niño católico, mi vida era bastante buena, no me puedo quejar. Pero desde que comencé a cuestionar la religión que practicaba, para luego pasar a creer en lo que yo quería, y terminar convirtiéndome en alguien que piensa que no existe ningún tipo de plano mágico ni nada que se le parezca y que nada escapa a la explicación de la ciencia, mi vida ha mejorado tanto tanto que me cuesta entender cómo sucedió.
Así que mi teoría es: quizás Dios sí existe, y lo que está pasando es que me llena de beneficios por mi completa pérdida de interés en él. Dios está necesitado de mi afecto, eso es lo que pasa. Me quiere recuperar a toda costa.
O sea, tiene mucho sentido. Yo era alto niño religioso. La idea de la presencia de Dios estaba increíblemente arraigada en mi cabeza. Y de repente y sin ningún motivo aparente, comencé a cuestionar la lógica de la religión y empecé a descartar una a una todas las creencias mágicas que tenía. Hasta que un buen día hice pup, y le dije a Dios: "Todo bien con vos, y estuvo muy bueno compartir todos estos años. Pero no existís. Y sería hora de que deje de actuar como si creyera que sí", y nunca más volví a hablarle...
Y si piensan que todo este post es una muy mala idea ya que manifestando públicamente una idea que sostiene que Dios existe estaría demostrándole interés y podría conducir a que los beneficios que me estuvo brindando últimamente disminuyan, no podrían estar más equivocados.
Porque los vínculos enfermizos también necesitan un poco de aire de vez en cuando, o de lo contrario corren riesgo de que el desbalance de interés se vuelva insostenible, y la relación se destruya para siempre.
Así que la idea de este post quizás sea ésa: Sólo un guiño para mantenerlo interesado... ;)
Idealismo arenoso
La consideración para con los demás es una de las cualidades que más valoro en las personas.
Creo ser alguien muy complaciente para con los que me rodean, y no es sólo porque "salí así" y ya, sino que he puesto empeño en desarrollar esa virtud, y trato de tener en cuenta y cuidar a los que me importan.
Y a los que no me importan también, bah. Suelo procurar ser cuidadoso con todo el mundo, y no perjudicar a nadie innecesariamente, sea por acción u omisión.
Sin embargo, algo que observo permanentemente, es que cuando se busca producir cambios en la situación actual de cualquier cosa (llámese persona, grupo o hasta institución), no son las críticas constructivas, los debates inteligentes, ni el "predicar con el ejemplo" los mejores caminos para alcanzar el objetivo buscado, sino que son las acciones agresivas y casi violentas las únicas que suelen tener éxito.
O dicho de otra forma: la amabilidad y el cambio son incompatibles, no existen las revoluciones amables, y un verdadero idealista tiene que ser hincha pelotas.
Porque si no lo es fracasa. Lamentablemente es así.
Y realmente preferiría no entrar en el debate sobre hasta qué punto el fin justifica los medios, pero la realidad es que en general estamos cómodos como estamos, e inicar un cambio importante sólo porque es "buena idea" muchas veces parece no valer la pena.
Solamente cuando nos sacan de esa comodidad [justamente incomodándonos, claro] es que nuestra cabecita considera la posibilidad de transformar la realidad, aunque más no sea para conformar al portador de la vagina arenosa de turno que insiste en que las cosas están mal como están.
Y bueno, pip, he ahí mi dilema entre amabilidad y revolución [?]
¿Deberíamos perseguir firmemente las situaciones que creemos ideales y chocar bruscamente con la realidad actual buscando alcanzar ese estado, o tendríamos que tratar de ser tolerantes con lo que nos parece equivocado y que la búsqueda de la situación ideal sea más tibia y sutil?
Ni puta idea la verdad, yo por ahora voy a seguir con la amabilidad, porque claro, estoy cómodo así xD