miércoles, noviembre 24, 2004

Worst post ever

Acabo de darme cuenta de que una mujer nacida en Milán, no sería sino otra cosa que una milanesa.

Y oK, les parecerá una estupidez increíble, pero les aseguro que la próxima vez que mi mamá me diga que hay milanesas esperándome en la heladera, no va a haber forma de que la imagen mental que voy a hacerme no me haga sonreír...

Ni hablar de cómo revolucionará esta revelación mi visión sobre el mundo de la moda [sh, ¿Milán es alta moda o digo mierda? okk]

Firmado Jotabin
worst blogger ever

lunes, noviembre 22, 2004

Argentina :usitas:

El primer recuerdo que tengo de tomar consciencia de estar viviendo en algo así como un país es de cuando terminó el mundial '90, y la gente salió a la calle a festejar el segundo puesto. Mediocre número dos diría nez, pero ok, no nos detengamos en ese detalle...

Debía de estar en 1er grado si mis cálculos no me fallan, y ahora que lo pienso, creo que justamente ese suceso fue el que dio el puntapié inicial para que mi futuro desprecio hacia el país que me tocó en suerte comenzara a gestarse.

Ojo, mi primera impresión fue positiva: vivir en un país significaba que hubiera gente agitando banderitas en la calle simpáticamente, contentos porque los 11 tipitos de la tele hubieran logrado no sé qué cosa pateando una pelota en no sé qué lugar. Copado.

Pero fue entonces que apareció la parte no tan simpática: mis compañeritos comentando sobre el mundial.
Que los penales esto, que Goycochea lo otro, que los corners, que Maradona... El fútbol había aparecido en mi vida, y por algún motivo que jamás entenderé, lo desprecié con el corazón desde el primer momento.

Cuando mis amigos sacaban el tema, por lo general yo desaparecía; ya que no sólo no me interesaba en lo más mínimo, sino que aparte no entendía una sola palabra de lo que hablaban. Apellidos desconocidos y términos "técnicos" que no representaban nada para mí, eso eran y fueron siempre las charlas sobre fútbol en mi mundo.
Creo que llegué a 6to grado sin saber lo que era un off-side. Ni hablar de ver fútbol por la tele, o que me importara en lo más mínimo saber qué equipo acababa de salir campeón.

Pero claro que eso fue sólo el comienzo, y mi desprecio por la argentinidad no se iba a limitar solamente al fútbol. No señor.
Con el tiempo, también cayeron en la misma situación expresiones, programas de televisión, la mayor parte de la música nacional y casi todas las características típicas de mis compatriotas.
Prácticamente toda la cultura argentina me provocaba rechazo.
Y como si todo eso no fuese suficiente, ya en los últimos años del secundario, tomé consciencia de lo estúpido que es el patriotismo y comencé a sentir asco hacia cualquier vestigio del mismo, lo cual no hizo más que empeorar la situación...

Y oK, admito que mis motivos son en general bastante personales e injustificados, pero igual creo que Argentina es un país bastante desgradable analizándolo en forma objetiva también.
Tenemos nivel económico de latinoamericanitos olvidados, y ni siquiera podemos alardear de ser un pueblo cálido y alegre [como son la gran mayoría de los latinoamericanitos]. Una porquería de punto intermedio.

Pero bueno, el smilie del título no es irónico, fue en serio. Y es que esta mañana, mientras me bañaba, probablemente a causa del espeso vapor de agua que aspiraba, algo hizo clic en mi cabeza y por un momento me sentí feliz de ser argentino...

Todo comenzó recordando una observación que hice la semana pasada en el trabajo, cuando me pregunté a mí mismo [sin responderme nunca] por qué sería que los argentinos tenemos la costumbre de, cuando hablamos con una persona de otra nacionalidad, intentar copiar el acento o las expresiones que usa aún cuando la otra persona hable castellano igual que nosotros. Porque al menos yo, jamás escuché a un mexicano, español o lo que sea, vocear a un argentino, y sin embargo he visto muchísimos de éstos tuteando a los primeros.

Y bueno, esta mañana en la ducha, tomé consciencia [aunque creo que siempre lo había sabido] de que en general los argentinos suelen caracterizarse por cierto pensamiento crítico que los hace ser personas bastante observadoras y con iniciativa en comparación con gente de otras partes. Y en el ejemplo de antes, yo creo que lo que se busca no es otra cosa que facilitarle al otro el entendimiento de lo que se dice, aunque sea de una forma bastante tonta.

Pero bueno, el punto es que partiendo de esa reflexión, me puse a pensarlo y me vinieron a la mente ejemplos como la revolución del 20 de diciembre para derrocar a un presidente inútil o el hecho de ser el primer país de toda latinoamérica en que existe la unión civil entre homosexuales, y un par más un tanto más cotidianos, que confirmaron mi teoría inicial de que somos un país con gente de mente crítica en general.

No sé de dónde vendrá eso, quizás de que seamos engreídos hijos de puta, quizás de que seamos extremadamente pesimistas y quejosos, o quizás de que, a pesar de lo que muchos digan, tenemos un sistema educativo bastante decente. La verdad, ni idea por qué será, pero que es así, es así. Somos gente pensante.
Vivo en un país de gente inteligente.
Snif, qué bueno...

Igual, nada de eso cambia que la Bersuit y Tinelli siempre apestarán.
Pero oK, sólo por hoy:

jueves, noviembre 11, 2004

Sony Entertainment Workplace

"Estimados:
Tomando el ejemplo de lo que hicimos para Hallowing, tendremos otros viernes tematicos:
Viernes 12: Camisas o Remeras Raras o extravagantes
Viernes 19: Dia de sombreros (Estilo TGI)
Viernes 26: A confirmar

NO SE ACEPTAN EXCUSAS.

El viernes tematico comienza a las 16:30. No necesitan estar tematizados desde la maniana.

Saludos,
Eric"

ô_o?

martes, noviembre 09, 2004

Blast from the past

Cuando estaba empezando la primaria, me acuerdo que veía todos los días el programa de Flavia Palmiero, el cual constantemente estaba editando algún disco con las canciones que cantaban en él. Y obviamente, en cada corte comercial aprovechaban para tratar de penetrar nuestras inocentes mentes con vil manipulación publicitaria para hacernos comprar esos discos. "En discos, cassettes y compact discs", me acuerdo que rezaba la publicidad. Todas las propagandas de discos de la época recitaban la misma frase al final. Los discos todavía se editaban en vinilos, y de hecho, al menos en la pequeña ciudad bonaerense donde yo vivía, muy poca gente había tenido oportunidad de tener enfrente suyo una lectora de CD.

En esa misma época, me acuerdo que mi familia tenía una computadora que por aquella época era una maravilla tecnológica: una XT con un monitor monocromático en tonalidad ámbar. xD

Varios años más tarde, si mal no recuero fue cuando estaba en cuarto grado, apareció un invento que revolucionaría para siempre la forma de borrar: el liquid paper.
Y pensar que nací en una época en que la no existía forma alguna de eliminar algo escrito en lapicera... Salvo haciendo la neanderthaleada de tachar, claro.

Sin embargo, en medio de todos los adelantos tecnológicos que surgieron con la llegada de la década del '90, creo que la diferencia más significativa entre el estilo de vida anterior y posterior a 1989, el que verdaderamente marcó un cambio y un progreso notables, no fue tecnológico sino estético, y fue cuando la gente tomó consciencia de lo estúpidos que se veían usando hombreras.
O sea... Dios mío... ¿en qué estaban pensando?

lunes, noviembre 08, 2004

Colective Soul

La de chofer de colectivo debe ser una de las profesiones más feas y difíciles que conozco.

Como si no fuera suficiente con la atención permanente que tienen que prestarle a lo que hacen, la incomodidad y el desgaste físico de su trabajo, el calor que sufren durante todo el día en verano y la absoluta imposibilidad de tomarse unos minutos libres o siquiera ir al baño si así lo necesitaran en algún momento; tienen que tratar también con personas en sus peores estados emocionales.

La verdad, no sé quiénes serán más difíciles de soportar, si los pasajeros malhumorados a causa de su rutina diaria que viajan durante la semana o los borrachines que tiran botellas contra las ventanas del colectivo si no los dejan viajar gratis [sh, estuve en un episodio así, con vidrios volando sobre mi cabeza, y tengo entendido que son bastante comunes...] los fines de semana.

Pero bueno, la idea de este post [si es que existe tal cosa] no era listar todos los contras de la profesión sino dar a conocer uno bastante particular, que probablemente muy pocos hayan notado, el cual descubrí esta mañana cuando subí a un 166 que rebalsaba de gente, en el que tuve que viajar durante varias cuadras parado en la escalerita de acceso al colectivo.

Mientras estaba ahí, bastante cómodo por cierto para estar viajando parado, con mucho espacio [todo el escalón para mí, eeepa] y una ventanilla gigante que casi me hacía sentir como si estuviera al aire libre en lugar de en el peor colectivo rebalsante de gente, me detuve a observar a las personas en las paradas y noté cierta situación que se repetía una y otra vez: veían venir el colectivo de lejos, levantaban la mano para intentar detenerlo, mantenían el gesto hasta que casi llegábamos hasta ellos, y unos metros antes, se podía ver una clarísima expresión de decepción en sus caras cuando tomaban consciencia de que el colectivo no iba a detenerse para dejarlos subir.
No había lugar para ellos, a seguir esperando.

Y bueno, a esa observación quería referirme como otra molestia con la que tienen que convivir los pobres señores colectiveros: la infelicidad que generan y presencian en sus potenciales pasajeros cuando el colectivo viene lleno y no pueden dejarlos subir y cumplir así con su trabajo.

Y oK, podrán decir que es una estupidez, y que incluso es probable que hasta disfruten de su oportunidad para cobrar venganza contra sus odiosos usuarios. Pero sh, un ambiente de trabajo feliz es más que importante y puede llegar a condicionar mucho el estado de ánimo de uno y el nivel de agrado o desagrado que le produce su trabajo, y ver un desfile de caras de decepción y desaprobación no creo que sea nada bonito...

lunes, noviembre 01, 2004

Insensible hijo de puta

Cuando estaba en segundo grado, tenía un compañerito increíblemente molesto, de ésos que solo existen para irritar a todos en el aula, de nombre Nahuel.
Uno de los últimos días de clase, en que estábamos en el patio del colegio después de hora esperando a que terminara la reunión de padres de fin de año para que nos llevaran a casa, yo salía del baño y él, en uno de sus ingeniosos intentos por llamar la atención de la peor forma posible, se paró en medio de la puerta con los brazos extendidos decidido a no dejarme salir.
La solución que mi infantil e iracunda cabecita encontró al inconveniente que se me presentaba, después de ver que pidiéndole que me dejara pasar no conseguía nada, fue un golpe a puño cerrado [¿cross?] en el medio de la nariz del pequeño Nahuel.
La historia obviamente termina con él llorando y yo saliendo del baño sintiéndome realizado.

En los años venideros, lejos de recordar el episodio como una muestra de violencia injustificada y falta de comprensión para con el pobre Nahuel, que seguramente debía tener una vida familiar bien jodida para haberse convertido en semejante hinchapelotas a tan temprana edad, fue siempre rememorado por mí como un ejemplo de determinación a la hora de poner en su lugar al chiquillo que tanto volvía locos a todos.

El mismo esquema, aunque un tanto más complejo, es aplicable a todos y cada uno de los choques y agresiones en las relaciones humanas: Nadie se preocupa por lo que hay detrás del enfrentamiento particular del momento, nos concentramos en los síntomas y no nos importan ni un poquito las causas que los provocan.
Nadie entiende a nadie.

Por supuesto que no es posible sentarse a discutir sobre su falta de afecto y contención social con el tipito que amenaza con cagarme a tiros si no le entrego todo lo que tengo encima ya mismo, en esa situación, lo más lógico es correrlo y darle de a patadas en el puente para recuperar mi bolso [xD]. Pero sin llegar a extremos tan ridículos, pienso que es realmente bueno poder conservar la calma en esos momentos en que nos sentimos agredidos y detenernos a intentar solucionar el problema, en lugar de tratar de "ganar" la pelea, dejando al agresor lo más mal parado posible.